Description
“¡Santo subito!”, “¡Santo ya!”, gritaban los fieles reunidos en la Plaza de San Pedro durante los solemnes funerales de Juan Pablo II. Días después, Benedicto XVI leería el decreto que marcó el inicio del camino hacia su beatificación.
Valentina Alazraki narra la despedida al Papa Viajero que predicó el Evangelio en los cinco continentes y cuya memoria sigue presente en las miles de personas que presenciaron su labor en el mundo.
«Aquí está el recuento de la alegría, el dolor y la obra del hombre que permanecerá en nuestra memoria; en los corazones de los que le conocieron; en la fe de los que le siguieron y en la esperanza de los que aún ven en él a una roca, un guía y un protector. Su recuerdo estará presente en los millones de personas que vivieron sus enseñanzas y su amor por el Evangelio.»
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